Inspiración de montaña al lado del mar

Durante la segunda jornada de Andorra Taste, han subido al escenario dos chefs que representan dos generaciones en la cocina de la ciudad de Barcelona. Carles Gaig y Raül Balam. Ambos eran conscientes que su ciudad se alza solo a 300 metros por encima del mar pero han reivindicado su derecho a buscar inspiración para sus platos de ciudad en las alturas.

El primero en hacerlo ha sido Carles Gaig, toda una institución de la cocina barcelonesa desde su restaurante Gaig. De familia hostelera, Carles Gaig es considerado un adalid de la cocina tradicional catalan pasada por la visión personal del chef. Siguiendo esta estela y, en consecuencia con la gastronomía de alta montaña, Gaig ha presentado en Andorra Taste un plato de caza con una paloma torcaz -”que ha cazado mi propio yerno”-, una ave “no muy habitual en la cocina catalana pero que cocinada con mimo es excelente”.

Finalizaba su intervención el chef barcelonés reivindicando rotundo el papel de la cocina en la vida cotidiana: “la cocina es el lugar más mágico de la casa y el acto de cocinar es de los más generosos y entrañables que existen”.

Ha tomado el relevo de la representación barcelonesa en el escenario del Prat del Roure el chef Raül Balam, de una generación más joven y que destaca por la creatividad que despliega en Moments**, ubicado en el Mandarin Orienta Hotel de Barcelona. Balam llegaba a Andorra cargado de ilusión porque además “este año celebramos el 15 aniversario de Moments”, y por ello ha presentado alguno de los platos del menú que conmemora este “viaje gastronómico”. Un menú que recoge algunos de los platos más icónicos de los menús temáticos que caracterizan a su propuesta gastronómica y que, según reconocía el mismo chef, “ha sido el más difícil de elaborar, ya que es imposible pedirle a un padre que escoja entre todos sus hijos”.

Balam ha tenido que volver a elegir, en esta ocasión para presentar en Andorra Taste alguno de los platos que se podrán disfrutar en Moments hasta enero. Pero en esta ocasión la decisión ha sido más fácil y, con lógica, “hemos traído aquellos que más altura tenían”. Lo ha demostrado, por ejemplo, con un potro de los Pirineos (de su menú dedicado al Séptimo Arte) o con un homenaje al maíz representando al Machu Pichu (plato del menú de las maravillas del mundo).