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El sabor de Andorra en manos argentinas, y muy viajadas

Sandra Hernández

 

Formado en las mejores cocinas de España, Rodrigo Martínez no regresó a su Buenos Aires natal, sino que cumplió su sueño en Escaldes, donde ofrece una cocina sincera a base de producto local en la que mezcla todas sus influencias.

Llegó a la cocina por casualidad, y acabó convirtiéndose en la pasión que le llevó a trabajar junto a grandes referentes como Koldo Royo, Martín Berasategui o Nandu Jubany. Hace algo más de dos años hizo realidad su gran ilusión y abrió su propio restaurante, de nombre Bec, uno de los destinos con mayor proyección de Andorra. En su cocina plasma todas las recetas que ha ido aprendiendo durante su carrera profesional, y que bebe de tradiciones como la española, la francesa, la japonesa, la argentina, la italiana o la mexicana.

Es su cocina, también, una oda al producto local, con el que elabora propuestas como las cuatro que ha presentado hoy en Andorra Taste, alguna de ellas inédita y que incluirá pronto en el menú. Es el caso de las migas con huevo a baja temperatura “de las gallinas de Sandra, nuestra proveedora, en el Valle de Montaup. Es un plato muy especial que conjuga historia, cercanía y amor por Aragón, donde vive mi hija mayor”, decía emocionado. Junto a las migas de panko y el huevo, una generosa porción de sobrasada del payars con golpe de soplete, miel de chicolles y láminas de setas autóctonas. Antes había recibido a los presentes con el simpático plato de bienvenida de Bec, una finas láminas de bull de cap, embutido elaborado con todas las partes de la cabeza de cerdo, tendidas con mini pinzas de ropa y acompañadas por tacos de yuca rellenos de ensaladilla de trucha marinada y huevas de trucha.

Una de sus influencias más marcadas es la cocina asiática, y así lo ha demostrado con una gyoza, rellena de escudella, aliñada con un aceite de pimienta negra salvaje de la zona y hojas de cilantro para darle frescor, bañada con el caldo de la escudella para aportar jugosidad. Por último, se ha despedido con un steak tartar de lomo de vaca madurado 45 días mezclado con un preparado de ajo y chili fermentado sobre una hoja de col de la Cerdanya frita en tempura, “con la que se hace el trinchat. Es un producto muy rústico que tiene su mejor momento después de una helada de otoño”. Para terminar, adornaba el steak con puntos de crema de trinchat y otros de mayonesa japonesa, junto a daditos de airbag de cerdo y cebollino picado.

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